martes, 19 de abril de 2011

Una triste historia

Hablar de violencia infantil es referirse a un tema doloroso, es hablar de una lacra de la humanidad que a pesar de innumerables esfuerzos, propósitos y programas no pudo ser erradicada.
Una lacra aun peor que las pestes y las epidemias que luego de más de 5000 años de civilización y más de 2000 años de la era cristiana, sigue aquí, en la tierra, aferrada y creciente. Una desgracia originada y mantenida exclusivamente por los seres humanos, lo que nos hace dudar de la validez de la palabra humanidad.
Lo cierto es que, desde que el mundo es mundo, a los niños como a las mujeres les tocó la peor parte, ya que el concepto de niñez protegida es realmente muy reciente.
La historia nos muestra que la niñez, desde siempre, fue avasallada y sus derechos conculcados o ignorados, temas que a veces desde la actividad física el deporte y la recreación, se ven como lejanos. 

La lista de padecimientos que les fueron y aun les son infligidos a los niños es interminable, además de ser cruel y escabrosa y cuantas veces pasa cerca de nosotros la posibilidad de ayudar y no nos damos cuenta. 

Desinterés y abandono, miseria e ignorancia colaboraron para sostener este estado de cosas, además de pautas culturales permisivas o decididamente crueles, por lo menos vistas desde nuestro punto de vista latinoamericano.

Para bien o para mal muchas veces para mal cada país del mundo adopta y sostiene su particular visión sobre la infancia y por correlación, sobre la violencia infantil. 

Sin pretender presentar un catálogo de miserias y crueldades humanas, doloroso y escatológico, creo que es necesario recordar, al menos, algunos de los hitos que la humanidad le ha impuesto a la niñez. 

La actitud de la humanidad respecto de la protección o desprotección de la niñez ha sido absolutamente pendular, y ha ido y aun sigue yendo desde la protección total que ofrecen los países escandinavos, hasta el abandono y la esclavización que imponen algunos países africanos. 

En Inglaterra, cuna de la mayoría de los derechos humanos, los menores son civil y penalmente imputables a partir de los 10 años.

Y esto tomó estado público a nivel mundial cuando hace poco tiempo, dos menores de 10 años, secuestraron en un shopping a un niño de 2 años, y luego de torturarlo con extremo sadismo, le quitaron la vida. Los niños asesinos fueron condenados judicialmente como si fuesen adultos y además recibieron la repulsa social de los ciudadanos, quienes aun hoy se oponen a la libertad condicional con que los victimarios fueron beneficiados.

En Brasil por otra parte, los niños, a partir de los 8 años de edad son considerados trabajadores legales y realizan aportes para su futura jubilación.

Al otro lado del mundo, en la India, los niños en verdaderas hordas, mendigan por las calles y literalmente viven a la intemperie en tanto que las familias más indigentes llegan a mutilar a uno de sus hijos, generalmente el menor, para que se arrastre, provoque más compasión y obtenga mayores limosnas.

En Etiopía, la desastrosa miseria hace que los niños mueran de inanición por miles, cada día. 
Todos hemos visto con horror, en la televisión, a esos niños flaquísimos, casi esqueléticos, con sus vientres hinchados por el hambre y sus ojos enormemente abiertos al espanto y la desesperanza…